“La naturaleza no es un sitio a visitar; es el hogar”. Si busca en Google frases sobre naturaleza, hallará cientos. Profundas, visionarias, fértiles, sabias, inspiradoras. Esta del poeta, ensayista y activista Gary Snyder encierra muchas lecturas y nos lleva al concepto de biodiversidad: en breve, todos los tipos de vida en la Tierra, interconectados e incluyéndonos. El tejido de la vida.
El Convenio de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB) −establecido en la Cumbre de Río en 1992, en vigor desde diciembre de 1993 y ratificado por 196 países− la define como la diversidad dentro de cada especie y entre las especies, así como de los ecosistemas, incluidos plantas, animales, bacterias y hongos. Esos niveles funcionan juntos para crear la vida en el planeta y mantienen complejas interacciones.
Biodiversidad, naturaleza, hogar. Pensemos desde los bosques al aire que respiramos, el agua que empleamos a diario y la que bebemos, las grandes selvas, humedales, lagos, ríos. Pensemos en paisajes y estética, en baños de bosque y días de campo o mar, pero también en alimentos y agricultura, turismo, energía, economía, principios activos y medicamentos; términos como servicios ecosistémicos, capital natural renovable, sumideros de carbono, bancos genéticos.
En resumen, vivimos en la naturaleza −incluso, estando en la ciudad− y dependemos en una importante medida de los servicios y recursos que brinda.
Hoy es clara la relación esencial entre la salud de los ecosistemas y la salud, el bienestar y el futuro humanos (incluido el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, ODS) y, a la vez, que la biodiversidad es nuestra mayor defensa natural contra el cambio climático. La diversidad de especies es clave en el equilibrio del ecosistema global.
En las últimas décadas, la crisis medioambiental se manifiesta en los efectos de la contaminación y el cambio climático, la desaparición o deterioro de hábitats y ecosistemas y la consiguiente pérdida de biodiversidad que, a su vez, en una dinámica de círculo vicioso, agrava los procesos que la causan.

Más de mil millones de personas dependen de los bosques para su subsistencia. Más del 80% de la alimentación del ser humano procede de las plantas. (ONU)
“El aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que consumimos dependen de ecosistemas naturales saludables. Lo mismo ocurre con la economía global. Se estima que 44 billones de dólares estadounidenses de valor añadido global (más de la mitad del PIB mundial) se generan en industrias que dependen de la naturaleza y sus servicios”. (Banco Mundial)
Unos 4 000 millones de personas dependen de los servicios ecosistémicos de los humedales, que ocupan el 6% de la superficie terrestre y dan refugio al 40% de las especies animales y vegetales, son reservorios y filtros de agua. Los costeros protegen de eventos naturales extremos y la erosión marina. (ONU)
Alrededor de 500 millones de personas dependen de los peces que viven en los arrecifes de coral como su principal fuente de alimento. Estos ecosistemas albergan más de 4 000 especies de peces. (PNUMA)
Casi 200 millones de personas dependen de los arrecifes de coral para protegerse de marejadas ciclónicas y las olas. (Coral Reef Alliance)
Cuba comparte con otros territorios insulares rasgos como los de ser sitios de elevada concentración de especies, altos porcentajes de endemismo (alrededor del 40% en el archipiélago cubano) y una mayor sensibilidad de las especies a la extinción.*
A nivel mundial, la UICN reporta 169 420 especies evaluadas para la Lista Roja de Especies Amenazadas −inventario del estado de conservación de las especies, también conocida como “barómetro de la vida”−, con 47 187 en categorías de amenazadas.
En Cuba, con más de 36 700 especies reportadas hasta la fecha −incluidas 20 694 del reino Animalia (56%), 8 897 del reino Plantae (24%) y 5 371 del reino Fungi−, un 35% de las evaluadas se han categorizado como amenazadas de extinción.

En el archipiélago se han reportado 7 251 taxones de la flora vascular, con 254 familias botánicas de 1 724 géneros. El endemismo de la flora vascular nativa se acerca a las 3 000 especies (49%) y casi el 50% de los taxones tienen algún grado de amenaza. Es una de las más ricas y, a la vez, de las más vulnerables floras del mundo.

Según los expertos, Cuba es cuarta a nivel mundial entre las islas en cuanto a riqueza de su flora, pero ocupa el primer lugar en términos de número de especies por kilómetro cuadrado.
En números, la comparación es la siguiente: Cuba, con 105 007 km², reporta índices de 0.08 y 0.03 en riqueza de plantas/superficie y riqueza de endemismos/superficie, superando a Borneo (743 330 km², 0.03 y 0.01), Nueva Guinea (885 780 km², 0.02 y 0.01) y Madagascar (587 041 km², 0.02 y 0.01).
En un reciente panel a propósito del Día Internacional de la Diversidad Biológica (22 de mayo), el Dr. Eldis R. Bécquer, curador principal del herbario del Jardín Botánico Nacional y miembro del Grupo de Especialistas en Plantas Cubanas, recordó que a finales de 2024 se publicó el Catálogo de plantas de Cuba, con aportes de botánicos del país y extranjeros.
Ante la pregunta de si quedan plantas por descubrir en nuestro archipiélago, Bécquer dijo que entre 2003 y 2023 fueron descritas 152 nuevas especies y hay una decena en proceso.

La riqueza de la biodiversidad cubana se expresa en otros hechos y números:
Los anfibios, con 71 especies, muestran un endemismo del 94%. Es la mayor diversidad de esta clase de vertebrados en el Caribe insular, solo por detrás de La Española, con cinco especies más.
Si a nivel global el 41% de las especies de anfibios evaluadas están amenazadas (más de 2 800), en 15 países del Caribe, Mesoamérica y los Andes tropicales (nueve de ellos islas) las tasas son mayores a la tasa mundial. En Cuba, el 70% está en alguna categoría de amenazada.
Entre otros factores que afectan a los anfibios, como el cambio del uso de suelo, la pérdida de hábitats (muchos son microendémicos), el cambio climático (son especialmente sensibles, por ser ectotermos2 ), la contaminación, los incendios y las especies invasoras, los especialistas mencionan enfermedades emergentes como la quitridiomicosis.3
En cuanto a la avifauna, en Cuba se reporta un 56% de las especies del Caribe insular y un 16% de las especies endémicas para la región. Son 405 especies registradas hasta la fecha (por categoría de residencia, 28 especies son endémicas, 150 crían en el archipiélago, 287 son migratorias, 35 están amenazadas y seis son introducidas).
Cuba y La Española son las islas de mayor diversidad de aves en el Caribe insular, con gran número de endémicas.
Por su posición geográfica, Cuba es, además, territorio importante de escala para las aves que migran estacionalmente entre Norteamérica y el Caribe y Sudamérica (con la cayería norte de Ciego de Ávila y Camagüey, Guanahacabibes, Matanzas, cayería norte de Villa Clara, Gibara y Artemisa-La Habana como principales regiones de arribos).
En el panel del pasado 22 de mayo, el Dr. Hiram González Alonso, del IES, destacó que tanto las residentes como las migratorias son importantes como controladores biológicos, diseminadores de semillas, polinizadores y agentes de equilibrio en los ecosistemas.
El especialista fue enfático al señalar la captura y el comercio ilegal como la principal amenaza para las aves, también afectadas por la agricultura extensiva y la minería, la deforestación y la contaminación, que inciden en la pérdida de hábitats y sitios de alimentación, reproducción y nidificación.
González reveló que por encuestas y entrevistas a especialistas y guardabosques, se comprobó que entre septiembre y noviembre del 2021 se capturaron aves en al menos 98 localidades de Cuba.

En el ámbito marino, el 98% del borde y el 50% del fondo de la plataforma insular está cubierto por arrecife de coral. Según fuentes diversas, los manglares (refugio de especies, barrera frente al oleaje durante eventos meteorológicos extremos, protección de los suelos contra fenómenos como la salinización) ocupan alrededor del 5% del territorio nacional, son el 11% del área boscosa y están presentes en entre el 60 y el 70% de las costas.
Los peces −tanto tiburones y rayas como peces óseos− y los Anthozoos, principalmente los corales escleractíneos (corales pétreos o duros) son los grupos taxonómicos con mayor cantidad de especies amenazadas en el área marina.
En 2024, las cinco tortugas que habitan en aguas cubanas estaban en alguna categoría de amenaza: tortuga verde y caguama, en peligro de extinción (EN); carey y tinglado, en peligro crítico (CR), y golfina, vulnerable (VU).
“Tres cuartas partes de los hábitats terrestres y aproximadamente el 66% de los hábitats del océano han sido significativamente alterados. Más de un tercio de la superficie terrestre mundial y casi el 75% de los recursos de agua dulce se destinan a la producción agrícola o ganadera. El cambio climático empeora el efecto de otros factores de estrés en la naturaleza y nuestro bienestar”. (WWF)
“La biodiversidad es el tejido vivo de nuestro planeta. Es la base del bienestar humano en el presente y en el futuro, y su rápido declive amenaza por igual a la naturaleza y las personas. Es vital transformar los roles, acciones y relaciones de las personas con la biodiversidad para detener y revertir su declive”. (Unesco)
“Es imposible estabilizar el clima sin proteger los ecosistemas”. (Earth Commission)
Entre los grupos más diversos de la fauna cubana están los insectos: 26 órdenes, 450 familias y unas 9 000 especies con un endemismo de 40%.
De la clase Insecta, miramos mayormente el orden de los lepidópteros (1 580 especies, 19.8% endémicas: 203 mariposas y 1 377 polillas). Pero son diversos también el orden de los coleópteros (2 700 especies, endemismo de 56%), el Odonata (las libélulas, con 85 especies y seis endémicas), los fásmidos o fasmatodeos (20 especies, seis endémicas) y los himenópteros (en este resaltan las abejas, 100 especies con un endemismo de 80%).
De moluscos terrestres −uno de los grupos más diversos a escala planetaria− se han registrado unas 1 400 especies en el archipiélago, con altos índices de microlocalización y endemismo (alrededor de un 95%, uno de los índices de endemismo malacológico más altos del mundo), con mayor biodiversidad en los macizos montañosos.
Entre los mamíferos, Cuba comparte un rasgo regional: un alto porcentaje de esta clase desapareció antaño. Excluyendo los murciélagos, un 88% de la fauna de mamíferos terrestres es las Antillas es extinta, con tasas que llegan al 100% en órdenes como Pilosa (que comprende, entre otros, osos hormigueros y perezosos) y Primates.
En Cuba, se extinguieron un 80% de las especies de la orden Soricomorpha (pertenecen a ella, por ejemplo, topos y musarañas); 100% de Primates y Pilosa; 53% de Rodentia y 24% de Chiroptera (murciélagos), para una media de 45%. Pero no son procesos del pasado y, como a nivel mundial, sigue perdiéndose biodiversidad debido a la presión sobre ecosistemas, hábitats y especies.
Hoy habitan en el archipiélago 34 especies de mamíferos terrestres: 26 especies de murciélagos (seis endémicas), siete de jutías (endémicas) y una de almiquí (endémica).
En el prólogo a Mamíferos de Cuba, Gilberto Silva Taboada señalaba que “Cuba es el país con el mayor número conocido de especies autóctonas del Caribe insular, pero es también el que ha sufrido la mayor pérdida de estas especies y las que han logrado sobrevivir enfrentan hoy distintos grados de amenaza de extinción”.
Si se compara la diversidad de mamíferos insular con la de tierra continental, el número es notablemente bajo. Sin embargo, como se señala en el Libro rojo de los vertebrados de Cuba, “concurren varios linajes exclusivos de las Antillas y existe un alto nivel de endemismo”. También se precisa que “si excluimos a los murciélagos, un 75% de las especies de mamíferos [cubanas] están en peligro de extinción”.
Sobre uno de los animales más entrañables (que completa la cifra de 35 especies de mamíferos), el manatí (Trichechus manatus) −de gran porte, totalmente herbívoro, de larga vida y dilatados tiempos de madurez sexual, reproducción y gestación (de 12 a 14 meses)−, se ha denunciado en años recientes la nociva presión humana (caza furtiva, contaminación, artes de pesca prohibidas…) que afecta negativamente sus poblaciones.
Los especialistas señalan que es difícil conocer el estado de conservación de la especie.
Algunas amenazas para la biodiversidad:
- Fragmentación y pérdida continua de ecosistemas y hábitats naturales debido a la presión antropogénica.
- Eventos y fenómenos como huracanes, incendios forestales (naturales o provocados por personas). Cambio climático agravado por la condición insular.
- Agricultura extensiva y minería.
- Caza indiscriminada y comercio ilegal (en el caso de la captura, con prácticas que causan mortalidad o eliminan sitios de nidificación y refugio)
- Deforestación (que afecta sitios de nidificación, alimentación y refugio). Mal manejo de los bosques.
- Contaminación ambiental (descarga de desechos y materiales no biodegradables en los ecosistemas acuáticos y boscosos)
- Extensión de asentamientos urbanos.
- Interacción y competencia con especies exóticas invasoras (plantas y animales).
- Aunque existe legislación para proteger ecosistemas, flora y fauna, faltan recursos y personal para implementarla y hacerla efectiva.
Escoja el lector las especies, ecosistemas o paisajes preferidos (y no perdamos de vista que en la naturaleza que tenemos cuenta también la historia geológica de esta tierra): las vistosas especies del género Polymita (codiciadas, asediadas, también en categorías de amenazadas) y su reina, la Polymita picta, o los igualmente hermosos ligus…
La cartacuba o el zunzuncito (el ave más pequeña del mundo, 5-6 cm de pico a cola), la rara y cristalina Greta cubana u otras de las tan diversas mariposas y polillas; la aislada ferminia de peculiar canto, el arriero, el tocororo, el cabrero, la perdiz Starnoenas, el carpintero, la cotorra…
Mogotes y poljas de Viñales, extensiones boscosas de Guanahacabibes, altas áreas remotas de Guamuhaya, la Sierra Maestra, la Sierra del Rosario o Sagua-Moa-Baracoa; Jardines de la Reina, las terrazas de Maisí o Zapata…
Es un patrimonio natural rico y a la vez frágil, cuya conservación está en manos de todos, ciudadanos e instituciones. Hay que tomar conciencia de esa riqueza y de que, una vez que se deteriora o se pierde una de sus partes, es difícil su recuperación. O no regresa.



Fuente: www.cubadebate.cu
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